
En el episodio 71 de TDK 90s terminamos de escuchar los discos editados en julio de 1991. Suenan los Psychedelic Furs con el disco de su disolución, los neozelandeses de The Verlaines tratando de convertirse en estrellas internacionales y Stan Ridgway continuando con una carrera de éxitos silenciosos. También escuchamos discos de Roachford, Leatherface, Marshall Crenshaw y Widespread Panic.
The Psychedelic Furs – World Outside

Los Psychedelic Furs surgieron de la escena punk de finales de los 70 y, de alguna manera, ayudaron a que el punk evolucionara hacia la nueva ola y el post-punk. En esa época escuchaban los discos de ls Velvet Underground, a Roxy Music y a los Stooges y haber ido a ver los Pistols al 100 Club de Londres fue una experiencia que les voló la cabeza. Se dieron cuenta de que no hace falta ser virtuoso para tocar un instrumento y dejar algún mensaje. Empezaron haciendo jams de diez o quince minutos alrededor de una idea que luego sería una canción. Con esa metodología editaron un primer disco en 1980, logrando un pop oscuro, encabronado y con tintes arty. Un año después llegaría “Talk Talk Talk”, del que se destacan las canciones “Pretty in pink” y “Love my way”. Y a ese le siguieron varios como “Forever Now” en el 82 o “Mirror Moves” del 84, que es quizás uno de los mejores.
En 1991 sacaron ya su séptimo álbum de estudio, titulado “World Outside” a través del sello Columbia. Incluía el sencillo «Until She Comes», que llegó a ser número uno en los charts. Pero resulta ser que este sería el último disco de la banda…hasta Made of Rain del año 2020.
Los Psychodelic Furs venían originalmente de la escena punk pero en los 80s ya se habían pasado a la música New wave. Del lado oscuro, pero New wave. Y en 1991 editan su séptimo disco, este, World Outside. Que tenía algunos temazos pero que no alcanzaron para mantener unida a la banda, que se separó.
Stan Ridgway – Party Ball

Stan Ridgway es una figura extraña de la escena musical norteamericana. Nacido en el desierto y criado en Los Angeles, Ridgway entró al mundo de la música con su banda Wall Of Voodoo. El grupo se había formado como un colectivo de compositores que quería dedicarse a hacer música para películas, pero con la explosión de la movida new wave en California a fines de los 70s, el grupo terminó pegando un par de hits y abandonando su objetivo inicial. Pero este tema de los soundtracks quedó resonando en la cabeza de Ridgway, y pronto se cansó de la banda y los dejó para construir su carrera como solista. Y aunque no se dedicó a pleno al cine, sus discos están llenos de instrumentales cinematográficos y hasta sus canciones cantadas parecen temas de apertura o créditos de películas. En 1991 Ridgway edita su tercer disco, Party Ball, y continúa con esa pequeña tradición. Y además, le suma cierto aire conceptual, con letras que cuentan pequeñas viñetas de personas que parecen salidos de un policial negro.
Stan Ridgway es un tipo extraño. Al inicio de su carrera estaba obsesionado con hacer música para películas pero lo agarró la new wave en el camino y metió algunos exitoa con su banda de los 80s, Wall of voodoo. Pero para retomar sus aspiraciones de compositor, deja la banda y empieza su carrera solista. Y en 1991 llega este disco, Party Ball, que aunque no es el sound track de ninguna película, realmente suena como si lo fuera.
Roachford – Get Ready!

Andrew Roachford nació en Londres en 1965 y creció escuchando la música de Motown, algo de glam rock, reggae y jazz. Cuenta la historia que Andrew empezó a tocar el piano de manera autodidacta y espontánea cuando era muy chiquito y que a los 14 años ya estaba tocando en algunos clubes de jazz con su tío, un virtuoso saxofonista. En 1987 formó su propia banda con Hawi Gondwe en guitarras, Derrick Taylor en bajo y Chris Taylor en batería y se hicieron bastante conocidos a finales de los 80 con los hits “Family Man” y “Cuddly Toy” y al poco tiempo ya estaban firmando contrato con la discográfica Columbia Records para producir una serie de discos. Al poco tiempo, se metieron en un estudio para grabar Get Ready!, publicado en julio de 1991.
Si hay algo que atrae a los fans de Roachford es esa mezcla de estilos entre el soul, pop/rock, funk y blues, digamos que un ritmo bailable pero a medio tiempo y la voz muy carismática de Andrew que además la tiene clara con las teclas y conduce muy bien al resto del conjunto.
Leatherface – Mush

Para la prensa británica, Leatherface fue quizás la mejor banda punk de los 90. El grupo liderado por Frankie Stubbs sacó su tercer disco en julio de 1991 y no recibió más que elogios. El Mush fue descripto como uno de los discos más intensos de los noventa, feroz y dinámico. Suena a punk melódico, bastante cercano a Hüsker Dü y a Mötorhead y es uno de esos discos de culto que, como tantos otros, ha sido reivindicado y revisitado dentro de la escena punk británica contemporánea un par de décadas más tarde. Como toda banda Oi!, los de Leatherface son políticos pero anti-intelectuales y poco pretenciosos, sus letras son odas a los problemas mundanos que afectan a cualquiera en su día a día.
Leatherface es la banda de punk británico más grande los 90s. No les importó lo más mínimo que pasaba en la escena americana, ellos hacían la suya y grababan disco tras disco. Como este, Mush, de 1991, con letras políticas pero anti intelectuales y un sonido que te pasa por arriba, pero con algunos toques melódicos.
Marshall Crenshaw – Life’s Too Short

Marshall Crenshaw es una figura casi invisible de la escena rockera americana, mucho más importante que lo que conocemos desde fuera. Después de unos 80s con altos y bajos, en 1991 edita su sexto disco, Life’s Too Short, reconectando con sus raices más rockeras pero sin perder la sensibilidad de reconocer la fórmula del pop. Y lo hace como un rockero maduro, todo es más frío, más detallista, pero también más focalizado en el disfrute propio por tocar estas canciones. Esa energía extra revitalizó la carrera Crenshaw en los 90s, y dedicó gran parte de la década curando compilados de clásicos desconocidos del rock, aportando canciones a bandas de sonidos y siendo homenajeado con covers por grupos mucho más jóvenes. Y así, de alguna manera, se aseguró su vigencia.
The Verlaines – Ready To Fly

Parece difícil de creer, pero entre 1990 y 1991 hubo un furor pre-grunge entre las compañías discográficas por firmar bandas de Nueva Zelanda. El éxito entre los críticos musicales del grupo The Chills, unos clásicos de la escena neozelandesa, fue el disparador de esta tendencia. Y así le llegó la oportunidad a The Verlaines, que también llevaban años tocando en la isla sin poder salir del circuito nacional o apenas llegar un poquito al mercado australiano.
La banda había sido formada por Graeme Downes como el proyecto final de su doctorado en música y su nombre era una referencia al poeta francés Paul Verlaine, por lo que su sofisticación musical no sorprendió realmente a nadie. Pero cansados de su imagen de intelectuales de baja monta, para su estreno en las bateas norteamericanas, su disco Ready To Fly, buscaron un sonido más simplista. En sus neurosis eso equivalía a ser más populares, pero en sus manos el resultado fue un disco aún más inaccesible que los acercaba más al post punk que a la música pop.
Widespread Panic – Widespread Panic

Todd Nance y Michael Houser se conocieron en la escuela secundario entre 1977 y 1978 y formaron una banda que se llamó Just Us. Después de graduarse, Nance se mudó a Atlanta y se reencontró con Houser en 1986 y se sumó a la banda que tenía en ese momento junto a John Bell y Dave Schools. El cuarteto realizó su primer show como Widespread Panic en febrero de ese mismo año en Atenas, Georgia y al poco tiempo se hicieron conocidos a nivel nacional.
En enero de 1991 firmaron contrato con el sello Capricorn Records y más tarde ese mismo año, lanzaron su disco debut que se tituló también Widespread Panic. Ese mismo año, Billy Bob Thornton dirigió la peli Widespread Panic: en directo desde el Georgia Theatre, la grabación de las dos noches de concierto de la banda.
Como otras jam bands, Widespread Panic tiene una comunidad de seguidores muy fiel. Su approach a la composición musical es desde la improvisación y la intuición lo que resulta en un tema que pocas veces tiene estructura sino que se trata más bien de un devenir progresivo de climas y matices tímbricos y rítmicos.